La política de nacionalización de los hidrocarburos llevado a cabo por el presidente de Bolivia, Evo Morales, y su constante aparición en los medios de comunicación envuelto en declaraciones controversiales y agresivas, ha generado el surgimiento de rechazo a los bolivianos en todas las esferas de relacionamiento.
En Argentina, la discriminación hacia los bolivianos ya es una situación folclórica y aceptada socialmente. Ser boliviano en aquel país (que lo único de bueno que tiene es la suerte de ser vecino de Brasil) es sinónimo de ser marginal, pobre, traficante de drogas o simplemente fuente de mano de obra barata que debe ser explotada en trabajos que "gente de piel blanca" no quiere hacer a cambio de míseros pesos, y en situaciaciones que hieren la dignidad para luego ser desechada cuando esta mano de obra ya no sea útil. Además, el término "boliviano" en la sociedad porteña sirve para aludir a actividades ilícitas, trabajos mal realizados o situaciones de pobreza. Es clásico escuchar en una esquina porteña del Barrio de Constitución o Flores, jovenes hablando: "¿Viste boludo? eso es cosa de boliviano!" o "Che! Parecés boliviano!".
Utilizar la palabra boliviano con sentido despectivo es una costumbre incluso de las hinchadas de fútbol. Quién alguna vez asistió un programa de fútbol transmitido por algún medio televisivo gáucho donde la barra brava de River Plate, insulta a los inchas del Club Atlético Boca Juniors de "bolita, boliviano, índio," sabe de que se trata eso. El jugador boliviano Joaquín Botero, en su paso por el Club San Lorenzo de Almagro, ha sido blanco de discriminación. Cuando la Selección Boliviana de Fútbol o algún equipo de la primera división del fútbol, juega en Buenos Aires y no le vá bién, el incha boliviano además de volver a su casa emcabronado por el papelón que hacen su selección o equipo en cualquier parte del mundo contra cualquier adversário, también debe ir escuchando callado y sumido en el asiento de algún colectivo el cantito discriminador en fá sostenido: "Mirá, mirá, mirá, sacale una foto, vuelven a Bolivia con el culo roto!"
En Brasil.
La situación de los bolivianos en Brasil también no es muy distinta. Los bolivianos fueron llegando a Brasil de manera silenciosa e insidiosa, pasando por las fronteras de aquel país como hormigas en búsqueda de azúcar. Los primeros en llegar, generalmente traían a cuestas mercancías de origen china o simplemente lo que Bolivia produce de mejor: Cocaína.
Fueron llegando y entrando sin que los agentes de Policía Federal Brasileña de Corumbá, Cáceres o Guayaramirin los perturbara ni revisara sus bolsones y aguayos. Las mujeres bolivianas con sus polleras largas y sobrepuestas llevaron entre sus piernas enfermedades y el deseo de engancharse con algún brasileño que le hiciera un hijo, y que através de esta criatura híbrida, adjudique por derecho, el documento que le permita la permanencia definitiva en Brasil y pueda tener el derecho cobrar planes de ayuda social (Bolsa Escuela) y el canastón de comida prometido por Lula da Silva. Situación que parece una paródia de los espalda mojadas hispanos que entran ilegalmente en Estados Unidos.
Luego, como langostas movidas por el hambre, los bolivianos se instalaron en ciudades de los estados del Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Rondonia y Acre: Campo Grande, Corumbá, Aquidauana, Cáceres, Cuiabá, Guayarámirin, Epitaciolândia y Brasiléia, fueron las ciudades donde primero se instalaron, muchos de manera ilegal.
Sin embargo, con los ojos encandilados por las luces de grandes centros como San Pablo y Río de Janeiro e iludidos por promesas de mejores trabajos y mejores sueldos, los bolivianos, migraron hacia las metropolis de concreto como otrora de la história hizo el nordestino del semiárido brasileño. En las favelas (villas miséria) y asentamientos hicieron un estudio detallado de donde podrían vivir y como enviar sus hijos a alguna escuela y donde conseguir trabajo o vender sus mercancías de procedencia y calidad dudosas.
Luego de años de aprendizaje empírico, se arraigaron su gran mayoría en el barrio del Bom Retiro, en la capital paulista. Allá, viven amontonados y hacinados en casas abandonadas o simplemente invadidas, la mayoría trabaja de manera clandestina para coreanos (también clandestinos) dueños talleres y fábricas de ropas.
Ecos de la nacionalización en el Orkut y en los medios de comunicación.
La nacionalización de los hidrocarburos llevada a cabo por Evo Morales, no trajo riqueza ni prosperidad instantánea como necesitan y pensaban obtener los bolivianos, la horrenda situación social sigue como estaba, por más que la propaganda del gobierno intenta adjudicarse algunos logros.
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