Fidelidad y adultério, comportamientos regidos por la química y la calentura.
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Existen adúlteros que aman a sus parejas y hay fieles que no. Adúlteros por pulsión de su amígdala cerebral muy exitable, pero no por amor; hay también los que son fieles por cuestiones de costumbre o comodidad social; viven atados a una relación nula de sentimiento y traicionera, sólo por no sentir y no haber amor.
El adulterio un es comportamiento tan normal cómo la lealtad sexual. En la naturaleza se puede observar ejemplos de ambos casos. Algunos animales son fieles a sus parejas desde que la primera molécula de feromona liberada por el miembro del sexo opuesto le desenca una reacción química en su cerébro y sus neurotrasmisores ordenan a ser fiel a solamente aquella hembra o a aquel macho. En el otro extremo, hay aquellos animales que están diseñados y programados para copular, pues lo que le importa es propagar su información genética y garantizar la sobrevivencia de sus genes dentro de la especie.
El lector puede contestar y discordar diciendo aquella vieja frase que es un caballito de batalla de aquellos aún están en la infancia mental: "Pero el ser humano es una especie inteligente, sabe y es capaz de controlar sus instintos impulsados por la química cerebral", Pero yo le desafío a explicar que llevó Lisa Nowak, perseguir la amante de su pareja sexual e intentar asesinarla. Fidelidad y adultério, comportamientos regidos por la química genética y por la calentura, independiente de la especie en que ocurra y de su grado de inteligencia.
Hay fieles que no son adúlteros por comodidad o por falta de deseo o por temor a perder algún bienestar o porque la culpa los abruma y prefieren desear sin arriesgarse a llevar a cabo la infidelidad, en algunos casos, la fidelidad también puede deberse a cuadros de pereza o depresión mental.
En el otro extremo del comportamiento hay adúlteros que mienten sin ruborizarse al que están traicionando sexualmente, pero con el que son fieles y sinceros en el compromiso de la vida.
Adúlteros que agonizan una relación insípida junto al otro, si agonizan. Pero que saltan desde el ropero hacia la cama de los amantes. La cópula con otro u otra ajenos a la pareja establecida, no condena a los adúlteros como malas personas sino como frágiles o sensibles a la atracción sexual. Esta atracción sexual está comandada por la química cerebral, que lo impulsa, como un adicto a las drogas, a cometer infidelidad. Se es canalla por otras debilidades del espíritu y no por una relación extramatrimonial.
Se puede ser puta o casta ética o malvada. Se puede ser putas buena, y decente mala. La moral sexual nada tiene que ver con la moral de la vida, como una vez dijo Arnaldo Jabor y Madame Bela publicó en su blog. Es una hipocresía hoy esconder este tema de la educación de los hijos. Los hombres quieren esposas o parejas que en la hora del acto venéreo sean putas lujuriosas y para la vida en sociedad verdaderas damas y señoras. Las mujeres por su parte, desean ser desafloradas todas las noches por un falo que les penetre hasta el más profundo de su alma, pero que el dueño de este falo le sea su proveedor, benefactor y protector. Si esta situación no se repite con frecuencia que satisfaga las expectativas de ambos, el adulterio se presenta como una de las opciones a seguir para el mantenimiento o término de la relación matrimonial. El adulterio no hace mal ni bien: entretiene al protagonista y le evita la cruel tortura de no pensar más en uno mismo.
Hay parejas de mutua y escancarada infidelidad; hay cornudos felices de que su mujer encuentra la felicidad, satisfacción sexual y emocional en el falo de otro; y hay cornudas felices de que su hombre no las obligue a una actividad en la cama por la que ya no tienen voluntad ni deseo, porque prefieren criar a sus nietos o ir dar de comer a las palomas en la plaza, o simplemente ir de compras al shopping.
La atracción del adulterio queda probada por la poca fascinación que ejerce el matrimonio. El matrimonio es tierno y dulce pero va contra la naturaleza humana. El relacionamiento monogámico legalizado jurídicamente es la manera más cara de conseguirse coito grátis. La invención del matrimonio fue un instrumento para contener la tedencia natural del ser humano a cometer adulterio, y cuando un bípede racional comete la traición de su pareja, nada más es que el cerébro desobedeciendo una norma social impuesta por el própio hombre hace menos 2000 años, que va en contra a miles de años de evolución genética de la especie humana.
En cuanto a un hijo, que su madre se acueste con el padre o con otros no le hacen mella: al hijo no le gusta que su madre se acueste ni con su padre ni con nadie y si no fuera porque la idea lo asusta se daría cuenta que le gustaría que su madre se acostara con él. Freud llamó a este comportamiento de Complejo de Edipo.
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